• Síguenos en

Dio

Dio

"Para comprender el Heavy Metal hay que escuchar a Dio".

Esta frase colosal me la dijo un amigo de mi pandilla infantil, en esa época de la vida en la que el tiempo no parece correr. Ahora, unas décadas más tarde y justo 10 años después de la desaparición de Ronnie James Dio, estas palabras vuelven a mi cabeza y cobran el significado que siempre tuvieron. 

Quizá sean los días de confinamiento, en plena pandemia del Covid-19, o puede que la efeméride, pero la nostalgia de los conciertos vividos nos hace acordarnos de esas pequeñas-grandes cosas que van marcando nuestra vida. 

El azar quiso que en mi vecindario, la extensa pandilla de chicos provenientes del baby boom de los 70's se inclinaran por el rock. Siempre lo creí así. Si no no estaría escribiendo estas líneas y, seguramente, me hubiera perdido muchos de los sonidos y sentimientos que han formado parte de toda mi vida. Hubieran sido otros, eso sí. Podía haber sido una "moda", pero indagando me he dado cuenta de que, si bien en los 80's el rock gozaba de una mayor difusión, la cosa iba por barrios. Si no a todos nos gustaría lo mismo. Y además dejó de ser una "moda" cuando decidimos que se quedara con nosotros para siempre :-) 

Pues bien, ser el benjamín de la pandilla tiene un problema: todos "te pueden" ;-) Pero también tiene un innumerable capítulo de ventajas, y es que aprendes rápido, y en lo que ahora nos úne, accedes pronto a un universo musical al que estarías casi vetado de cualquier otra forma... Y sí, nos dió por el rock. Escuchábamos AC/DC, Iron Maiden o Accept al volúmen que nos permitía el radiocassette, o el estado de sus pilas. Hacíamos Air Guitar cuando todavía no existía el término...y lo pasábamos bien. 

En el colegio siempre lograbas encontrar a alguien con los mismos gustos. Lo sabías inmediatamente por su carpeta, ya que la ropa todavía no la escogías tú :-D Comentando las fotos enseguida surgía la afinidad. Las revistas cambiaban de manos, al igual que las cintas, y eso eran las redes y el internet de la época...la cultura en definitiva. 

Cuando tu mundo musical se reducía a un puñado de bandas y eras feliz escuchando una y otra vez el mismo disco, porque siempre te transmitía algo, y porque, como uno se va dando cuenta, el tiempo no importaba. Cuando esa tremenda laguna se iba lentamente paliando porque siempre aparecía algo nuevo e interesante...

..."Para comprender el Heavy Metal hay que escuchar a Dio". La frase, que está claro que resonó fuerte en mi cabeza para que su eco haya atravesado toda la democracia, no se podía quedar en una anécdota. Y menos cuando venía avalada por uno de los mayores de la pandilla que, como tal, había saboreado ya los LP's en vinilo y la cadena de sonido de su padre. Una entidad en la materia, vaya... 

Y le llegó el día, claro que sí. Fue algún tiempo después, ya que había que adaptarse al presupuesto, cuando la voz de Dio nos atrapó para siempre. Cuando nos asombró su fuerza y su sensibilidad. Su forma de modular...de transmitir. Además nos servía de puente para esuchar a Elf, a Rainbow, a Black Sabbath... a la madre del cordero. En el momento en que a los documentos sonoros se les unieron las imágenes en VHS, contemplamos que lo que se decía de su estatura era verdad, pero también que atrapaba toda la energía del público y la polarizaba entre sus dedos índice y meñique, a modo de cuernos...nadie los ponía como él. 

Y pasó el tiempo, y también la infancia. Y siempre pensé que tan solo el grito al comienzo de "Rock'n'Roll Children" ya valía para mí como toda la discografía entera de muchos intérpretes mediáticos, a los que nunca les hubiera dedicado un tiempo que ya se empezaba a antojar valioso. Así que en Septiembre de 2002, con unos días de asueto por delante y un cumpleaños para cuya celebración no me había dado tiempo a quedar con nadie, decidí poner rumbo a la sala Gares en Puente la Reina - Navarra, y auto-regalarme un concierto que captaba mi atención, con una determinación de la que siempre me alegraré.

La sala, por aquel entonces, era toda una referencia en buenos conciertos en el norte peninsular, y cuando llegué, raro, sin prisa, con tiempo para aparcar cerca y disfrutar unas horas de la preciosa villa medieval, descubrí que estaban en fiestas. Ni siquiera lo había mirado antes de salir! La tarde, además de gozar del rico sol otoñal, transcurió más que amena hasta la hora del concierto. 

Y allí estábamos, en la discoteca del pueblico y también en uno de los conciertos de la gira mundial de presentación del álbum Killing The Dragon. Con temazos como "Push", "Better in the Dark", "Along Comes a Spider", o el que lo da título. Y la borrachera de los clásicos: "Heaven and Hell", "Don't Talk to Strangers", "Man on the Silver Mountain", "Holy Diver", "The Last in Line", "Rainbow in the Dark", "We Rock"...Buff! 

Ronnie James Dio, como siempre le habíamos imaginado, comiéndose al público, interpretando cada tema de manera magistral y también casi teatral. Haciendo que nos olvidáramos de la kilometrada, al igual que un recién incorporado Dough Aldrich, que se alzaba con la guitarra cubriendo las idas y venidas de Craig Goldy, y a quien después veríamos numerosas veces con Whitesnake y que puedes escuchar también en nuestra sintonía con The Dead Daisies o Revolution Saints entre otros...Crema! Completaban la formación, el también fallecido, en 2016, Jimmy Bain al bajo, el afamado Simon Wright (ex-AC/DC) a la batería, y la seriedad a los teclados de un Scott Warren que aportaba colchones y melodías, cobrando protagonismo en temas como "Rainbow in the Dark". 

No se puede esperar más. Bueno sí. Pero como todo en esta vida tiene fecha de caducidad, llegábamos al final del concierto. Podíamos en ese mismo momento habernos marchado con el feliz recuerdo del evento y los temas reproduciéndose en la cabeza, y nada de lo que voy a contar a continuación hubiera tenido lugar. Pero llevamos mucho tiempo mezclando el placer con el trabajo, así que decidimos quedarnos para conseguir unos saludos del Maestro para el programa de rock que realizaba por aquel entonces. Fue la segunda decisión acertada del día, después de haberme animado a acudir. Eso sí, nos lo tuvimos que ganar. A los pocos representantes de medios especializados que permanecíamos allí nos congregaron en la puerta de atrás, la misma por donde salía todo el material y equipo que debía acompañarles en la gira. La espera fue enorme y hubo deserciones. El promotor fruncía el ceño cada vez que nos veía, casi con toda seguridad cumpliendo con su papel de desalojar a cualquier fan que se encontrase infiltrado, y a fé que lo consiguió. Fue la primera toma de contacto con uno de los artífices que, desde la sombra, ha hecho posible que muchos artistas nos visitaran y con el que hemos coincidido durante años en innumerables eventos...

Cuando llegó mi turno lo entendí todo. Su rictus cambió y se tornó amabilidad. Me ofreció un intérprete que rechacé cortésmente. Quería practicar mi inglés :-) Accedí al camerino y me llamó la atención que la pequeña estancia estuviera casi en penumbra, tan solo iluminada por unas velas que conferían ese carácter místico reflejado en toda la lírica de la trayectoria de Dio. Entonces Wendy, su mujer, salió a mi paso, posiblemente para evitar que me estrellara con algo. Un encanto de persona que siempre le acompañó y que me recomendó que no me alargara demasiado porque Ronnie estaba un poco enfermo y con su garganta afectada. Se lo prometí afectuosamente. 

Y allí estaba. Enfrente de Ronnie James Dio, que me invitaba a sentarme y compartir mesa. La misma que sujetaba las velas que ahora le iluminaban el rostro. Protegía su garganta con una bufanda o similar, a pesar del calor del habitáculo y del día en general. Le felicité por el espectáculo vivido y miré mi reloj. Efectivamente el tiempo de espera había obrado su magia y ya me encontraba de pleno derecho en mi cumpleaños. Se lo dije. Arqueó la ceja y sus pupilas comenzaron a derretir los hielos de los glaciares. Me apesuré a sacar mi DNI de la cartera y se lo dí. Lo miró, y su sonrisa traviesa salvó al planeta del deshielo. No recuerdo de qué más hablamos, solo sé que ahora contemplo con orgullo y nostalgia mi ejemplar del Killing the Dragon autografiado por Ronnie James Dio, pero, lo más importante, con ese Happy Birthday y ese Magic, que me hace recordar la magia del momento. 

 

Portada Firmada Dio

 

Los saludos, sí! Los grabé. Sonaban en el Studio Rock cuando pinchábamos cualquiera de los temas del Gran Mago. Cuando falleció en Mayo de 2010 me jodió tanto que decidí no volverlos a poner, por respeto. 

La buena noticia es que su música y su recuerdo permanecen imborrables. Estamos viviendo una época mágica, salvando paréntesis pandémicos, en la que todavía es posible disfrutar, no solo de las grabaciones, sino incluso de las novedades que aportan algunos de los genios musicales todavía vivitos y que son los amos del invento. Disfrutémoslo porque es efímero, como todo. 

Si has leído ésto porque te gusta la obra de Dio, sabes perfectamente de lo que te hablo.

Si no has profundizado nunca en ella, recuerda la frasecita... ;-)

Gracias y Salu2 a Chicu, Rober, Los Mellis, Vidal, Tomás, Jose A. (autor de la frase) y a todos los amig@s de la "edad de piedras". También a Robert M. (promotor). 

Dedicado a todo un Dio(s) del Rock. 

Texto y Foto: Javi Granja - MuchoRock Radio